viernes, 7 de diciembre de 2012

Dejar de ser hombre



Cortopego un fragmento de "Si esto es un hombre" de Primo Levi, uno de los supervivientes al exterminio nazi que después escribió como testigo de lo ocurrido tres obras que me parecen de obligada lectura.

"La confusión de las lenguas es un componente fundamental del modo de vivir aquí abajo; se está rodeado de una perpetua Babel en la que todos gritan órdenes y amenazas en lenguas que nunca se han oído, y ¡ay de quien no las coge al vuelo! Aquí nadie tiene tiempo, nadie tiene paciencia, nadie te escucha; los que hemos llegado últimos nos reunimos instintivamente en los rincones, contra las paredes, para sentirnos con la espalda materialmente resguardada.

En este lugar, lavarse todos los días en el agua turbia del inmundo lavabo es prácticamente inútil a fines de limpieza y de salud; pero es impor-tantísimo como síntoma de un resto de vitalidad, y necesario como ins-trumento de supervivencia moral.

Tengo que confesarlo: después de una única semana en prisión noto que el instinto de la limpieza ha desaparecido en mí. Voy dando vueltas bamboleándome por los lavabos y aquí está Steinlauf, mi amigo de casi cincuenta años, a torso desnudo, restregándose el cuello y la espalda con escaso fruto (no tiene jabón) pero con extrema energía. Steinlauf me ve y me saluda, y sin ambages me pregunta con severidad por qué no me lavo. ¿Por qué voy a lavarme? ¿Voy a estar mejor de lo que estoy? ¿Voy a gustarle más a alguien? ¿Voy a vivir un día, una hora más? Incluso viviré menos, porque lavarse es un trabajo, un desperdicio de energía y calor. ¿No sabe Steinlauf que después de media hora cargando sacos de carbón habrá desaparecido cualquier diferencia entre él y yo? Vamos a morir todos, estamos a punto de morir: si me sobran diez minutos entre diana y el trabajo quiero dedicarlos a otra cosa, a encerrarme en mí mismo, a echar cuentas o tal vez a mirar el reloj y a pensar que puede que lo esté viendo por última vez; o también a dejarme vivir, a darme el lujo de un ocio minúsculo.

Pero Steinlauf me hace callar. Ha terminado de lavarse, ahora se está secando y sin interrumpir la operación me da una lección en toda regla.

Precisamente porque el Lager es una gran máquina para convertirnos en animales, nosotros no debemos convertirnos en animales; que aun en este sitio se puede sobrevivir, y por ello se debe querer sobrevivir, para contarlo, para dar testimonio; y que para vivir es importante esforzarse por salvar al menos el esqueleto, la armazón, la forma de la civilización. Que somos esclavos, sin ningún derecho, expuestos a cualquier ataque, abocados a una muerte segura, pero que nos ha quedado una facultad y debemos defenderla con todo nuestro rigor porque es la última: la facultad de negar nuestro consentimiento. Debemos, por consiguiente, lavarnos la cara sin jabón, en el agua sucia, y secarnos con la chaqueta. Debemos dar betún a los zapatos no porque lo diga el reglamento sino por dignidad y por limpieza. Debemos andar derechos, sin arrastrar los zuecos, no ya en acatamiento de la disciplina prusiana sino para seguir vivos, para no empezar a morir"

Dos detalles. En la cárcel de Valdemoro los presos también apoyaban su espalda a la pared y se movían cerca de ella habitualmente.
El segundo un poco más reflexivo. Lo que nos hace ser humanos es nuestra dignidad, cuando te la arrebatan, lo humano es luchar por defenderla, bien lavándote con agua sucia y echando betún en tus zapatos porque no puedes hacer más lucha que esa. O bien saliendo a las calles o utilizando una de las miles alternativas que tu inteligencia todavía te permite, por lo menos hasta que no sea demasiado tarde.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Lo importante


Observar la linea de flotación de una barca de madera, pequeña y ya despintada, mientras las olas del mar la mecen hipnóticamente arriba y abajo y te envuelve un olor a sal, yodo, peces y veinte mil leguas de viaje submarino transportadas por el viento en una sola bocanada y el sol de verano calienta tu espalda a la vez que escuchas como rompen las olas lejos, detrás de ti.

Dormir bajo las estrellas, sin frío, notando la hierba fresca de algún prado del norte de España y poniendo mucha atención en escuchar el sonido de la inmensidad del universo mientras gira y por tu cabeza pasan los recuerdos de haber cantado alrededor del fuego hasta no poder más con las personas a las que más quieres en el mundo. Y en efecto, a tu lado la persona a la que más quieres girada hacia ti.

Notar como el viento helado te agita sin compasión mientras tus manos palpitan en una mezcla de dolor, frío y gusto por la recuperación del descanso al meterlas en los guantes otra vez. A la vez tus ojos contemplan el pequeño punto en el mapa desde el que partiste, la altura que has ascendido y el bello y feroz mar de hielo y rocas que superan a las nubes en altura contra el que te has batido y se ha dejado ganar. Sentirte muy pequeño y muy tenaz.

Un orgasmo.

Acompasar los dedos, las cuerdas que aprietas y frotas o golpeas, pensar en el sonido que tiene que venir después y hacer que suene exactamente como en aquel disco, elevar la voz y cantar alto mientras te sorprendes de las excepcionales veces en las que cantas afinado y te sale buena voz, y dejarse arrastrar por las melodías y los sonidos armónicos que golpean a tu cerebro cambiando el estado de ánimo con la tranquilidad de que tienes horas y soledad para seguir así cuanto quieras, tocando nada en concreto.

Ver-te sonreir-me. Ir notando que en el juego del cortejo, a pesar de mi torpeza en este aspecto, estoy ganando la partida y que me devuelves y me ofreces las ocasiones. Rozarte, cruzar miradas, darte un abrazo y oler a ti durante el resto del día, y los sublimes 5 segundos antes del primer beso mientras los dos nos miramos los labios.

Mirar el reloj y pensar que es una broma y que alguien ha tenido que mover las manecillas mientras teníamos esa conversación en aquel banco y pensar que aunque la bronca de nuestros padres va a ser monumental, será más placentera porque va a ser compartida en dos casas diferentes y por la tarde volveremos a hablar del mundo y a planear una nueva putada para el portero de nuestro edificio.

Mirar el fuego ardiendo y bailando, tener la espalda fría por el viento que entra entre los tablones y las rendijas de ese refugio de montaña y la cara hirviendo por lo cerca que nos hemos puesto de la hoguera. Empezar a cantar, 40 o 50 personas mirando al mismo punto y sentir que ese momento es vuestro y que nadie más en el mundo puede comprenderlo.

Coger la mano de un paciente, hacer que las sensaciones traspasen el guante de nitrilo, calmarle, establecer una relación íntima y fugaz durante a penas 40 minutos o una hora. Tener la certeza de haber ayudado a alguien e incluso de haberle salvado la vida y recibir en el momento de la despedida un sincero y a los ojos “Gracias”.

Darte cuenta de que se ha hecho de día y que todavía quieres seguir leyendo.
Flotar boca arriba en el agua.
Saltar desde un puente hasta un río.
Acariciar a un animal.
Hacer rappell.
Despertarte solo sin que nada ni nadie lo haga.
Ganar un combate.
Que me digas que me quieres.


Y que en todos esos momentos no te importe nada más en el mundo.

lunes, 26 de noviembre de 2012

El Rastro


Muchas calles del centro de Madrid tienen nombres de profesiones y de oficios medievales. Como la calle Libreros o Esparteros . En estas calles se agrupaban los trabajadores de un determinado oficio y solían montar sus talleres y negocios en la misma zona. En la zona del Rastro se encuentran nombres de varias calles relacionados con el oficio de curtidor: El Carnero, Cabestreros, o la famosa Ribera de Curtidores.
Hacia 1599 Felipe II había prohibido la venta ambulante en Madrid, de buhoneros y barateros que se dedicaban a vender ropa usada y objetos antiguos. La razón fue que iban normalmente a colocarse en la Plaza mayor o en la Puerta del Sol. Parece ser que a nuestros gobernantes desde siempre les ha sentado mal que cualquiera se asiente por allí. Además la población de Madrid por aquellos entonces crecía exponencialmente y los espacios se quedaban pequeños.
Unos doscientos años más tarde, volviendo al barrio de Lavapiés, donde trabajaban los curtidores, las pequeñas industrias de cuero fueron atrayendo a otros curtidores, sastres, zapateros, pastores, que podían conseguir objetos que les eran necesarios. Y en los alrededores también existía una fábrica de salitre y otra de tabaco, a demás del Mercado de la Cebada que posteriormente se construiría en el mismo barrio, que sería el mercado cerrado de mayor volumen de la ciudad. Vamos que teniendo en cuenta que la venta ambulante estaba prohibida, el barrio se había convertido poco a poco en ese lugar en el que sabías que podías encontrar con toda seguridad tal o cual objeto pues allí se frecuentaba su venta, y con suerte a precio de ganga.
Como era lógico alrededor de los talleres de cuero, había mataderos de animales, sin embargo el más grande e importante se encontraba cerca del río Manzanares, más concretamente en lo que hoy es Legazpi. Desde allí arrastraban las reses muertas hasta la calle Ribera de curtidores, que por si no lo habéis caminado nunca es cuesta arriba, dejando por el camino un reguero de sangre.
Por tanto era frecuente escuchar a pastores que no vivían en Madrid o a algún comprador de objetos de sastrería o de trabajo del cuero en busca de alguna preguntar por un lugar donde comprar y escuchar la respuesta que le dio nombre al mercadillo más famoso de Madrid. “Si, si, siga el Rastro”


martes, 30 de octubre de 2012

Maestros


Ayer murió uno de los mejores profesores que he tenido en mi vida, me ha dado mucha pena, y me ha hecho pensar en lo importantes que son las personas que logran ganarse tu admiración. Igual un día escribo sobe él, por que se podría escribir mucho y muy bueno sobre él. Sin embargo hoy me apetece transcribir aquí el final de una clase que recibí hace no mucho y que está relacionado con el mundo de las emergencias. Espero que os guste, y sobre todo espero no cambiar demasiados detalles de la historia original, que por cierto es verídica.


La clase estaba terminando, no habría otra ocasión para volver a ver a aquella gente que en un futuro, si todo salía bien compartirían profesión, a pesar de que las cosas estaban bastante complicadas, pero era realmente complicado que volviese a coincidir con muchos de los que allí estaban sentados escuchándole.
Las cuatro horas del cursillo habían sido intensas y había tratado de hacerlas divertidas, sin embargo lo que tocaba ahora era algo más serio. Sabía llegar a la gente cuando hablaba y se disponía a hacerlo, se sentó en la mesa del profesor y dejó colgando sus piernas. El tono de su voz también varió ligeramente y la atención de todos viró hacia el enfermero.
  • Os voy a contar cómo fue mi primer día en este trabajo. Acababa de terminar el máster de experto en enfermería de urgencias. En la primera guardia, en nuestro primer aviso fuimos a un accidente de tráfico en una carretera comarcal de Guadalajara. Estaba nervioso y tenía bastante miedo, pero iba decidido a cumplir con mi función de enfermero. Cuando paró la ambulancia salí con un catéter en la mano, me dirigí al primer coche que vi, abrí la puerta del copiloto y cogí el brazo de la señora que estaba allí sentada. Encontré rápidamente la vena e introduje el catéter. Ya está había hecho lo que sabía hacer y había cumplido con mi función, cuando me di la vuelta para conectar el suero y fijar la vía, me di cuenta de que mis compañeros estaban todavía cogiendo material en la ambulancia y que me había precipitado y no podía soltar a la mujer hasta que llegasen, por haber caído en lo que me habían repetido mil veces mientras me formaba. Cuidado con la visión en túnel.
    Cuando terminamos el aviso mis compañeros estaban comentando, “Jo macho, vaya accidente, ¿habéis visto cómo se había quedado el coche rojo?”. En ese momento me di cuenta de lo mal que me había desenvuelto en aquel aviso y todo lo que me quedaba por aprender. Yo no vi ese coche rojo durante los 20 minutos que pudimos pasar en la escena del accidente. De nuevo visión en túnel.
    El siguiente aviso que le entró a mi UVI fue otro tráfico, esta vez con más víctimas y de peor pinta. Entre las víctimas una niña pequeña que atendimos en la ambulancia. Es algo que espero que tardéis en encontraros por que atender a un niño no es igual que a un adulto. Yo estaba muerto de miedo y me temblaban las manos, mientras atendían a su padre fuera, con muy mal pronóstico, nosotros nos disponíamos a poner un calmante a la pequeña. El médico que trabajaba conmigo me pidió la dosis y yo la preparé. Ambos estábamos muy nerviosos. En ese momento entró en la ambulancia otro médico del servicio que trabajaba en el helicóptero, que había venido por que era necesario hacer un traslado urgente. Era una persona que transmitía serenidad y confianza. Nos preguntó y le contamos el estado de la paciente y que estábamos a punto de ponerle el calmante. El médico miró la jeringuilla que íbamos a poner en el suero y con mucha suavidad y tacto, nos preguntó que de cuánto eran las ampollas en las que nos suministraban aquella medicación.
    Busqué en el montón de deshechos y me di cuenta de qué me había equivocado y había cogido otra medicación, por culpa de los nervios. El médico lo sabía, y muchos otros en esa situación se hubiesen enfadado o hubiesen gritado ante semejante error. Pero él no, con toda su tranquilidad hizo que nos diésemos cuenta del error y dirigió la intervención con total tranquilidad.
    Cuando el helicóptero se llevó a la niña para trasladarla, y esto que me pasó os juro que fue así, un oso de peluche de la niña empujado por el viento de las hélices rodó hasta mis pies. Como en las jodidas películas. Me agaché y lo cogí y me quedé como un pasmarote con el peluche en las manos mirando como se iba el helicóptero. La madre de la niño vino hacia mi, seria, inexpresiva, con una lágrima en la mejilla y sin decir absolutamente nada me quitó el oso de las manos se dio la vuelta y se fue.
    Cuando llegué a la ambulancia les dije a mis compañeros “Yo no sé si esto es normal, pero necesito llorar”. Ellos me dejaron pasar a la ambulancia y me dijeron que no me preocupase y que me desahogase.
    Os juro que no recuerdo nada más del resto de la guardia, se que hicimos más avisos pero mi mente desconectó.
    Aquella noche, cuando llegué a casa, desquedé con las personas con las que había quedado y me agarré una borrachera monumental. A la mañana siguiente tuve una reunión importante conmigo mismo. ¿De verdad quieres trabajar de esto? ¿Crees que vas a poder con ello? Aquel día decidí que yo quería tener el dominio de la situación que tuvo el médico del helicóptero en mi primera guardia. Y a ello me puse.
    Años más tarde, en un tráfico, atendí a un chaval joven que se había atrapado las piernas en su coche y no podía salir. Estuve en todo momento con él y conseguimos conectar bien, algo importantísimo para trabajar con pacientes, y más si estaban tan asustados cómo aquel. Cuando los bomberos retiraron parte del amasijo de hierros pudimos ver como uno de los amortiguadores del coche se le había incrustado en el músculo de la pierna, y me dijo “¡Mira Dani tío, Mira!” No sabéis lo importante que es que te llamen por tu nombre y que llegase a confiar en mi de la forma en la que lo estaba haciendo, por que la frase siguiente que vino era más necesaria que nada y no podría haber surtido efecto si no hubiésemos forjado esa intimidad entre los dos durante la hora que estuvimos esperando a que los bomberos le escarcelaran. “No te preocupes tío, que eso es chapa y pintura, no te ha afectado a nada serio, de verdad que es chapa y pintura”
    En ese momento me di cuenta de que ya dominaba las situaciones de emergencia como aquel médico que me enseño tanto con su forma de proceder.
    Meses después coincidí en otro aviso con él. No me lo podía creer, pero allí estábamos otra vez trabajando mano a mano, esta vez con una tranquilidad y profesionalidad que solo la experiencia y una buena reflexión me podían haber dado. Cuando terminamos el aviso me acerqué y le dije que me diese su correo, que tenía que escribirle algo.
    En casa le conté todo lo que había pasado y cómo había influido en mi vida su forma de actuar aquella mañana.

Sin duda fue un gran final de clase y una bonita lección.


domingo, 21 de octubre de 2012

Pensamientos nocturnos

Es curioso lo caprichosa que puede ser la vida, o el destino o las meigas... o que se yo. A veces parece que el mundo hace gala de su ironía para colártela del todo y reírse de ti.
Me parece ayer cuando me encontraba seguro y convencido de que no quería estar con nadie, que solo, caminando y creando mi mundo era feliz.
Recuerdo perfectamente mis intenciones de no formar nada serio de aquello. Si, he ligado, no sé que habrá visto en mi pero lo ha visto, y no solo eso si no que parecía que no quería ver otra cosa, los días enteros en mi casa, las noches enteras para descubrirnos el uno al otro, las vacaciones, las increíbles ganas de estar juntos, las broncas en tu casa por no aparecer por allí en días.
Y de repente ¿Qué pasó? ¿En qué momento cambié de idea? Eso si que no lo recuerdo, no se si fue algún comentario sorprendente de esos que me dejaban callado, o la increíble fuerza de voluntad que te acompaña cuando tomas una decisión o lo bien que me hacías sentir. El caso es que entonces me dejé llevar. ¿Por qué no? Esto va bien, me hace sentirme feliz. ¿Por qué no?
Hoy te tengo a mi espalda, dormida, y tengo que morderme la lengua para no decirte todas las cosas que te quiero gritar. Qué eres preciosa, cada milímetro de tu piel y cada sonrisa que regalas son cuanto menos para pintarlas en el mejor cuadro del mundo. Que vales mucho, muchísimo más de lo que a veces piensas, y no por creerte independiente, si no porque eres capaz de darte cuenta de las necesidades de los demás sin que nadie te lo pida. Pocas personas tienen esa capacidad y aunado a tu fortaleza cuando tomas una decisión es algo que siempre he pensado que te llevará muy lejos. Quiero gritarte que puedes contar conmigo para lo que sepas, más allá de lo cotidiano y de los viajes en coche, y que si me dejas te acompañaré en cualquier viaje que hagas, por difícil que sea y por muchas veces que haya que parar para tomar fuerzas. Quiero decirte que solo tu puedes decidir ser feliz si te lo propones y que lo vas a conseguir.
Y entonces me acuerdo de que no te lo puedo decir, que ya no me corresponde y que debo guardármelo para mi, por una razón que nunca me ha llegado a quedar clara. Y yo necesito contarlo, necesito gritar y contarle a todo el mundo que he encontrado a una persona única y que quiero acompañarla y poner mi vida cerca de la suya y que cuando me besas el mundo puede pararse o destrozarse en pedazos por que no me importa nada de lo que hay más allá de 2 centímetros de mi nariz.
No te lo puedo decir y cada vez me pesa más, por que eso es algo que uno no puede guardarse para si mismo porque no le cabe dentro.
Por eso lo escribo aquí, porque necesito dejarlo fuera y sé que aquí no lo encontrarás porque ya no quieres mirar dentro de mi ni escucharme decir que quiero tener la llave de tu armadura protectora.
Solo espero no cansarme de vaciar lo que siento fuera de ti antes de que tu quieras volver a recojerlo.


miércoles, 17 de octubre de 2012

El músico del Titánic

Me conozco bien, son ya bastantes años haciéndome compañía y se cuando las cosas no van bien y cuando he hecho aguas. Aunque muchas veces no soy capaz de darme cuenta a tiempo de dónde ha chocado el iceberg y no suelo llegar a tiempo para reparar la brecha.
Sé que me va a tocar pasarlo mal dentro de muy poco tiempo, quizá ya haya entrado demasiada agua y en poco tiempo habrá que tocar fondo para volver a salir. Pero tocarlo de verdad.
Sin embargo tengo un simil más que casa a la perfección con este post.

Cuando el Titánic se iba a hundir de forma ya inminente, el capitán del barco mandó a los músicos ir a la cubierta a tocar por si podían tranquilizar al personal. El barco poco a poco fue haciendo aguas y empezó a zozobrar mientras la gente corría buscando un bote donde refugiarse y salvar la vida.
En el momento de despedirse y tratar de salvar la vida, uno de los violines comenzó a tocar "Nearer my God to the thee", el resto de músicos que ya se habían dispersado volvieron y se sumaron para interpretar la que sería su ultima canción. Tal y como sale en el clip de la peli de James Cameron.
Creo que me toca ser músico del Titánic y tocar hasta que todo se resuelva y pase este momento de vida, para bien o para mal trataré de interpretar la pieza lo mejor posible.
Creo que es una buena forma de enfrentar lo que se me viene encima, o por lo menos es la única que se me ocurre. Sin embargo me muero de angustia y me come la ansiedad ver cómo todo se llena de agua...
En el próximo viaje trataré de embarcar un ingeniero naval que me ahorre disgustos.
Hasta entonces... feliz naufrágio.

lunes, 24 de septiembre de 2012

El lugar más bonito del mundo


Todo comenzó por un artículo en una revista de ciencia y antropología. Hablaba sobre un pueblo en Nueva Zelanda y sus costumbres ancestrales, sin embargo no fue la historia de los nativos lo que llamó su atención si no los paisajes que salían en las fotos del artículo. Nunca había visto semejantes lugares en el mundo que le transmitiesen esa sensación de equilibrio y belleza que estaba sintiendo.
Por otro lado su vida en Madrid resultaba aburrida, triste, sin ningún aliciente que le motivara a continuar con todo aquello de forma natural. Así que un mes después, tras mirar aquellas fotos todos los días hizo caso a sus impulsos y se gastó sus ahorros en un billete de ida y vuelta abierta a Nueva Zelanda. Había que hacer caso cuando uno tiene una corazonada.
El viaje sin duda fue una experiencia increíble. Era la primera vez que viajaba solo y desde luego el destino tenía suficiente encanto y suficientes lugares alucinantes como para que valiese la pena.
Visitó playas que jamás hubiese pensado que pudiesen existir, subió a montañas increíbles a disfrutar de la calma, la belleza y la soledad de sus cimas. Descendió por ríos mucho más grandes de los que había visto en su tierra y se abrumó por la inmensidad de bosques de extraños árboles que nunca había visto.
Le costó decidir entre todos los lugares en los que había estado hasta que por casualidad y por un despiste con su mapa terminó visitando el faro de Cabo Reinga. Aquella imagen quedó grabada a fuego en su mente. El mar que añoraba tanto en su ciudad, la figura poética y solitaria del faro, el verde intenso de los alrededores y cómo olía el aire hicieron que sintiese que sin duda, aquel lugar era el más bonito del mundo. De alguna manera era lo que había estado buscando.
Se sintió muy feliz por haber visto aquella maravilla, hizo fotos para enseñarlas y que la gente sintiese lo mismo que él, pero sabía que no era lo mismo. En aquel momento de máxima felicidad sufrió la paradoja de sentir una profunda tristeza al no tener un compañero con quien compartir aquel lugar tan maravilloso. Cabo Reinga era ahora el lugar más bonito del mundo y el más triste.

De vuelta a Madrid todo el mundo preguntaba por el gran viaje y el se limitaba a decir que había estado muy bien, había muchas anécdotas que contar, sin embargo guardó en secreto su descubrimiento de aquel rincón de la isla. Y continuó con su vida, capeando y luchando por pasar los días sin que estos le vencieran con su monotonía e insipidez.

Meses después el amor volvió a llamar a su puerta, se trataba de alguien especial que poco a poco se iba haciendo un hueco en su rutina y que iba convirtiéndose en una compañera de viaje en el día a día. Cuando pasó el tiempo y la confianza llegó a ese grado en el que destapar tus sentimientos no parece tan peligroso le contó la historia del faro y que nunca se lo había contado a nadie por miedo a que no le entendiesen. Entonces ella le contestó una verdad, casi sin darle importancia, como si fuese algo obvio, pero que hizo comprender del todo el fracaso de su viaje. “El lugar más bonito del mundo no depende tanto del sitio si no de quién te acompañe”

A la mañana siguiente se levantó para ir a trabajar, dejándola acostada para que durmiese un rato más. Durante un momento entró un rayo de sol entre las cortinas en el instante justo en que se ella se giraba para cambiar la postura del sueño y el rayo iluminó su cara y su pelo. Quizá fue la luz, o que la habitación olía a ella, que esa mañana estaba realmente guapa y los efectos de la conversación de la noche anterior, pero tantos estímulos cruzándose a la vez provocaron en él la misma sensación que cuando vio el faro de Cabo Reinga.


Cogió su cámara de fotos, inmortalizó el momento y rápidamente encendió su ordenador para poder imprimirla. Cuando ella se despertó vio encima de la mesilla de noche su foto en la cama con un comentario que decía “El lugar más bonito del mundo”

Acera de invierno


Lo peor de dormir en la calle no es cuando dejas de sentir los miembros por el frío, no, ahí solo aparece la preocupación por lo que te está ocurriendo, pero a quien no tiene ya nada que perder es algo que no importa demasiado. Lo peor de todo viene después, cuando poco a poco el sol de invierno vuelve a calentarte las manos, la cara y los pies y un millón de agujas despiadadas empiezan a agujerearte la piel que antes estaba insensible.
Es en ese momento cuando el vino o alguna botella de algo más fuerte recuperada de los jóvenes que beben en la calle los fines de semana es lo único que puede hacer que el sol no sea una tortura durante esas horas. Y ¿Por qué no? También es una forma agradable de afrontar el día que se presenta por delante.
Hoy a nevado, ha caído una nevada como hacía años que no se veía en Madrid, por la calle hay niños jugando y tirándose en la nieve virgen. Me fijo especialmente en una pareja de adolescentes, deben tener 15 o 16 años, y ella le acaba de tirar una bola de nieve a él en la cabeza, como respuesta el chico sale corriendo y la tira al suelo tumbándose encima de ella, después riéndose y empapados se besan. Hubo un tiempo en el que este tipo de cosas me sacaban una sonrisa, e incluso las había llegado a hacer, ahora me da asco, asco y rabia y noto como se genera en mi un odio profundo hacia esos dos imbéciles que retozan mojados sobre la nieve. Por las caras que ponen cuando paso a su lado imagino que el sentimiento debe ser mutuo, así que al igual que al dolor que provocan los primeros rayos de sol de la mañana, lo dejo pasar, sigo caminando y dejo que el problema fluya hasta quedar más allá de mis espaldas y lo olvido. Ese es el verdadero significado de la palabra vagabundo.
Cuando hay una nevada la gente se pone contenta, disfruta de la novedad y experimenta sensaciones que normalmente no tiene a su alcance. Nosotros, los habitantes de las calles también experimentamos sensaciones nuevas, sobre todo la noche anterior a la nevada y los dos o tres días siguientes. La noche anterior por que el frío es intenso como nunca, se mete en los huesos y produce un dolor intenso en todas partes que hace imposible poder dormir. Manuel lo sabía, y anoche no pudo con ello, decidió saltar la mampara de plástico que no protege el viaducto y acabó con todo lo que le molestaba. No suelo encariñarme mucho con nadie, llevando esta vida no debes hacerlo, pero Manuel no era mala persona.
Los dos días después a la nevada, para mi son los peores, retorna una sensación de desesperanza similar a la que se siente cuando empiezas a vivir esta situación. Porque no hay ningún maldito sitio en el que apoyar el culo, la cabeza o dejar los pies sin mojarte y sin estar encerrado con otras 20 o 30 personas que huelen a no haber visto una ducha en meses.
En esos momentos odias, odias a Manuel por haber tirado la toalla, odias a los jovenes que se dejan las botellas a medias por derrochadores y vividores, odias a las parejas de adolescentes que juegan a amar creyendo saber lo que es el querer y odias a los niños que se mojan por diversión sin preocuparse de cómo van a secar su ropa.
Pero no importa porque se cómo dejar los problemas detrás y entonces comienzo caminar.


jueves, 13 de septiembre de 2012

Celtíberos

Recuerdo haber hecho una excursión con el colegio cuando tenía diez u once años al Jardín Botánico de Madrid. Allí el guía que dirigió la visita consiguió engatusarme y contarme cosas que todavía hoy no he olvidado... Entre ellas lo mucho que sabía sobre la naturaleza un amigo suyo que era scout.
Y lo que os voy a contar que hace poco ha venido a mi mente.



Existe un árbol milenario, en peligro de extinción y realmente bonito llamado Tejo. Este árbol poblaba buena parte de España y su madera, para su desgracia, era excelente para hacer arcos y gaitas que los pueblos celtas y celtíberos se encargaron de utilizar.
Para ellos el tejo era un árbol mágico que veneraban. Cuando un chico celta estaba enamorado de una chica y la rondaba, hacía que se enterase de que esa noche colocaría una rama de tejo en su ventana. Si la chica no aceptaba guardaría la rama de tejo en su casa, si por el contrario aceptaba el cortejo la tiraría al suelo, de forma que él la vería tirada al día siguiente.
Esta costumbre se ha mantenido en el tiempo y en Asturias y zonas del norte, variando un poco. Lo más bonito de esta historia es que de esta costumbre viene la expresión que todavía hoy seguimos usando “Tirar los tejos”.



En España los celtas y los celtíberos estaban asentados en el norte de la península y fueron unos de los rivales contra los que tuvieron que luchar los romanos para conquistar Hispania, y en concreto fue una tremenda batalla la que se libró en Numancia.
Allí los numantinos decidieron que no se rendirían ante Roma y que lucharían hasta el final mientras les quedasen fuerzas. La lucha duró veinte años en los que la ciudad se encontró sitiada, las fuerzas romanas estuvieron desmoralizadas y mermadas durante los inviernos, y cuando por fin Roma consiguió organizarse gracias a las órdenes del general Escipión y poner en jaque a la ciudad la mayoría de los numantinos decidieron suicidarse antes que vivir privados de su libertad.
Os copio un párrafo que me ha impactado de este blog que me ha inspirado:
“Los historiadores romanos cuentan, con tremendo dramatismo, como los padres dieron muerte con sus espadas a sus hijos y esposas antes de suicidarse. Los que no murieron se entregaron a Escipión. Su imagen impactó a los romanos. Los supervivientes parecían salir del mismísimo infierno: Cabellos largos y sucios, harapos cubriendo los cuerpos, olor a podredumbre, ojos enrojecidos, labios cortados y llenos de llagas, dientes mellados y amarillentos, uñas largas. Pero lo que más impresionó a los romanos fue la penetrante mirada de los numantinos, cargada de rencor, que transmitía un odio eterno a Roma. “
Por último y para acabar unas palabras del genio Eduardo Galeano. No estoy seguro de si es del todo cierto o no lo que cuenta, aunque supongo que sí, pero nunca lo he contrastado. Igualmente a mi me gusta y cada 31 de diciembre tengo algo importante por lo que brindar.

“Y para terminar, otro homenaje a la memoria. Una historia también antigua, pero no tanto.
Seis siglos después de su fundación, Roma decidió que el año empezaría el primer día de enero.
Hasta entonces, cada año nacía el 15 de marzo. No hubo más remedio que cambiar la fecha, por razón de guerra.
España ardía. La rebelión, que desafiaba el poderío imperial, obligó a Roma a cambiar la cuenta de sus días y los ciclos de sus asuntos de estado.
Largos años duró el alzamiento, hasta que por fin la ciudad de Numancia, la capital de los rebeldes hispanos, fue sitiada, incendiada y arrasada.
En una colina rodeada de campos de trigo, a orillas del río Duero, yacen sus restos. Casi nada ha quedado de esta ciudad que cambió, para siempre, el calendario universal.
Pero a la medianoche de cada 31 de diciembre, cuando alzamos las copas, brindamos por ella, aunque no lo sepamos, para que sigan naciendo los libres y los años. “



viernes, 24 de agosto de 2012

De las estrellas fugaces y los deseos

Seguimos con los cuentos :)

El día 12 de Agosto, Miguel y su padre se marcharon de casa después de comer y de echarse una buena siesta, pues más adelante necesitarían estar descansados. Cogieron el coche y fueron a la sierra que quedaba cerca de su ciudad, allí emprendieron una larga ascensión hasta la montaña más alta de su región.
Mientras Miguel sorprendía a su padre con su resistencia y su falta de agotamiento, éste le contaba historias y anécdotas que había vivido en aquella sierra y concretamente subiendo esa montaña en tantas ocasiones. Y sobre todo sonreía por ver como su hijo de once años estaba disfrutando como él lo había hecho cuando era más joven.
En la cumbre cenaron los mejores bocadillos de tortilla de patata que solo la madre de Miguel era capaz de conseguir y prepararon sus sacos para dormir al raso en su pequeño techo del mundo.
En pocos minutos el sol se escondió con un perfecto atardecer cómo sólo se ven desde las cumbres de las montañas y dio paso al espectáculo nocturno que habían venido a presenciar.
Con la mirada clavada en el cielo negro, padre e hijo veían caer cada poco tiempo una estrella fugaz que la acompañaba un grito de sorpresa.
  • ¡Ala! ¿Has visto esa Papá? ¡Era enorme!
A veces uno de los dos veía una estrella que el otro por distracción se perdía y entonces pasaban los siguientes minutos totalmente en silencio concentrados en las constelaciones que tenían sobre sus cabezas, por si a alguna le daba por caer a la tierra.
  • ¿Sabes? Hace mucho años, alguno más de los que tienes tu, le pedí en esta misma noche en que caen las Perseidas a todas las estrellas fugaces que vi casarme con tu madre y tener un hijo con quien poder venir a esta montaña juntos. Y hoy se ha terminado de cumplir mi deseo.
  • ¿Tu crees en esas cosas Papá? Yo he pedido muchísimos deseos y nunca se cumplen.
  • ¡Uy! Eso no es verdad. Claro que se cumplen, pero no puedes decir esas cosas por que si no el hada de los deseos se enfada y deja tu petición para la última.
  • ¿De qué hablas Papá? Que ya soy mayor para que me cuentes todo eso de las hadas.
Entonces el padre de Miguel le contó el verdadero secreto de las estrellas fugaces. Le contó que en el cielo hay unos seres mágicos atrapados, que las personas decidimos llamarlos hadas por que son tan poderosos y su magia es tan fuerte que son los únicos que pueden conseguir conceder cualquier deseo, tienen tanto poder que por eso por las noches brillan y las vemos como si fuesen estrellas. Cuando consiguen escaparse dan un salto y se lanzan hacia la tierra, es en ese momento cuando su magia se hace más fuerte y las vemos centellear en forma de estrella fugaz. En ese momento millones de hombres en la tierra que se encuentran mirando al cielo le piden al hada sus deseos. Le piden de todo, algunas cosas muy fáciles de conseguir y otras que llevan más trabajo y más tiempo. El hada mientras cae escucha todas y cada una de las súplicas que le hacen sus espectadores y cuando llega a la tierra sus poderes se hacen un poco más pequeños. Entonces comienza a vagar por el mundo buscando a las personas que pidieron deseos y comienza a solucionarlos uno a uno por riguroso orden en el que se pidieron los deseos. A veces pueden tardar un año en solucionar el deseo de una persona por que sea muy complicado o por que el hada no sepa muy bien como conseguirlo, sin embargo nunca dejan de trabajar. Por eso los deseos que les pedimos a las estrellas fugaces no se suelen conceder al momento, si no que tenemos que dejar al hada que pueda concedernos el deseo.

Miguel se quedó pensativo. A su padre le gustaba mucho contar cuentos, y aunque el sabía que eran mentira, aquella explicación le gustaba mucho más y le parecía más bonita que la que le habían dado en el cole. Así que cuando vio caer la siguiente estrella tuvo muy claro lo que le iba a pedir al hada. “Por favor hada, que mi padre nunca deje de contarme cuentos como este”
Su padre en cambio sonrió, le pidió al hada que se saltase su deseo y cumpliese el que hubiese pedido su hijo, y acto seguido le abrazó y le dio un beso.


martes, 21 de agosto de 2012

El pueblo que nunca duerme

Los habitantes del pueblo de Víctor tenían todas las noches sueños fantásticos, volaban en sus coches, las ciudades se convertían en inmensos jardines en los que siempre olía bien y se podía vivir dentro de los árboles, siempre sonaba una melodía de fondo que recordaba a campanas tañendo desde lejos y que a todo el mundo parecía poner de buen humor.
En los sueños a los habitantes del pueblo de Víctor les ocurrían cosas maravillosas, si estaban enamorados esa noche terminaban haciendo el amor con la persona deseada, si estaban ilusionados con algún proyecto en sus sueños se cumplía y mejoraba las expectativas iniciales, y si tenían ansias de vivir aventuras siempre había algún dragón que matar o un tesoro incalculable escondido por piratas que encontrar y desenterrar en alguna peligrosa caverna.
A la mañana siguiente todos los habitantes del pueblo de Víctor se encontraban bien y se podría decir que eran felices por que recordaban perfectamente sus sueños y a nadie se le ocurría la locura de trasnochar y perder las valiosas horas de felicidad que les aportaba la noche.
Una noche una joven llegó al pueblo, era muy guapa y cargada de energía, y sobre todo era muy curiosa y preguntaba por todo. Nada la detenía hasta que no satisfacía sus deseos de conocer aquello la intrigaba. Así había llegado al pueblo al escuchar una conversación de dos ancianos que aseguraban que existía un lugar donde todos los habitantes eran realmente felices.
Cuando cayó la noche todas las personas del pueblo se fueron a dormir, todo quedó en silencio, y a lo lejos, en la última casa del pueblo, subiendo la cuesta más empinada que había, se escuchaban a cada rato unos golpes de martillo, o una sierra cortando. La muchacha subió corriendo a ver que era lo que ocurría movida por su curiosidad y no paró hasta que encontró una ventana abierta por la que se coló en la casa sin vacilar.
Una vez exploró la casa bajó al sótano, de donde provenían los golpes. La habitación era una especie de taller de trabajo con unas pequeñas ventanas en la parte alta de la pared. Allí Víctor amasaba y pulía una sustancia blanquecina, quizá gris, pero que brillaba con fuerte intensidad e iluminaba la habitación. El brillo que desprendía aquella cosa proyectaba imágenes en la pared en la que se podían ver a los habitantes del pueblo viviendo y disfrutando de situaciones maravillosas.
La muchacha entendió todo perfectamente, Víctor era el causante de las ensoñaciones de la gente de su pueblo, y no solo eso si no que además había descubierto de donde provenían los sueños pues aquello que estaba fabricando y puliendo no podía ser otra cosa que una estrella.
Esperó escondida un rato más para ver que hacía y se sorprendió muchísimo cuando vio que Víctor levantaba la estrella con mucho cuidado, abría las pequeñas ventanas del sótano y la dejaba flotar como si fuese una pompa de jabón que subía hasta el cielo.
La chica volvió a casa de Víctor dos noches después, estaba intrigada y tenía muchas preguntas que hacerle. Pero esta vez llamó al timbre de su casa en cuanto se hizo de noche. Víctor asustado por ser la primera vez en muchos años que alguien estaba despierto en el pueblo mientras no había sol, abrió la puerta despacio y en su mente quedó grabada para siempre la imagen de la muchacha sonriendo bajo el cielo estrellado más bonito que jamás había visto.
  • Vamos, es hora de que veas todo lo que has dejado allí arriba y de que tú también sueñes.
Aquella noche la pasaron en vela fabricando sus propios sueños bajo las estrellas, se contaron como les gustaría que fuera el mundo, inventaron historias y cuentos para arreglar las almas de las personas tristes y poco a poco se vinieron a enamorar.
Por la mañana los habitantes del pueblo de Víctor estaban desconcertados, no recordaban haber soñado nada y una nota escrita con una extraña tinta plateada se encontraba metida en todos los buzones de las casas. “Si queréis recuperar vuestros sueños, esta noche no os vayáis a dormir, id bajo las estrellas acompañados de alguien especial”
Y así fue como los habitantes del pueblo de Víctor, desde aquella noche en adelante salen a ver las estrellas en cuanto anochece y a hablar sobre como podría ser mejor el mundo. Y sorprendentemente no necesitan dormir, y sorprendentemente siguen siendo el pueblo más feliz del mundo.



lunes, 6 de agosto de 2012

Theese boots are made for walking

La verdad es que no tenía posesiones con las que se hubiese encariñado especialmente, a excepción de su violín, pues el instrumento de un músico es prácticamente una extensión de su cuerpo, y en algunas ocasiones es al revés.
Del violín claro, y de aquellas botas. Estaban rotas por varios sitios, las suelas, prácticamente desgastadas, ya no evitaban que el pie se mojara si pisaba un charco, apenas podían atarse correctamente porque los cordones estaban despeluchados y faltaban varios de los enganches necesarios para fijar la caña de la bota al tobillo. Entre los descosidos del cuero y el color de las manchas imposibles de borrar las botas daban la impresión de ser de otra época y no un calzado específico para la montaña comprado en una tienda especializada para ello.
Definitivamente había llegado la hora de la jubilación, y por alguna extraña razón le daba mucha pena deshacerse de ellas. Pensó en todos los kilómetros que habían caminado, en los lugares especiales que se esas botas le habían ayudado a coronar, pensó en el calor que le habían dado durante los veranos y las veces que había tropezado por culpa de los cordones que se enganchaban contra los corchetes de la bota contraria y en todas las veces que las había manchado de sustancias inmundas en fiestas nocturnas, o en avisos con la ambulancia.
Quizá la película de Forrest Gump tenía razón y el calzado de las personas dice mucho sobre ellas, quizá esas botas viejas que habían visto tanto campo y tanto mundo contaban una historia silenciosa sobre su persona y por eso le daba pena deshacerse de ellas.
“Theese boots are made for walking” sonaba en su cabeza mientras se dirigía a casa con unas botas de montaña nuevas todavía guardadas en la caja y transportadas en una bolsa de plástico cuando decidió que una jubilación de un gran personaje merece un gran homenaje. Así que se descalzó, ató los maltrechos cordones el uno con el otro, dirigió una última mirada nostálgica y cariñosa hacia aquellos trozos de cuero y plástico, y las lanzó con todas sus fuerzas contra el cable del tendido eléctrico bajo el que pasaba todos los días para ir a trabajar.
- Estabais hechas para caminar. Ahora me contaréis silenciosamente todos los días quien soy y por qué estoy haciendo este camino.
Y muy despacio caminó hasta casa todavía descalzo.




miércoles, 1 de agosto de 2012

Genial poema de Víctor Hugo que llevaba escrito desde el S. XIX y que yo he descubierto ahora...
Simplemente puedo decir que creo que no puede tener más razón en todo y que de verdad que os deseo lo que en él dice:

Te deseo primero que ames y que,
Amando, también seas amado.
Y que, de no ser así, seas breve en olvidar
Y que después de olvidar no guardes rencores.
Deseo, pues, que no sea así, pero que si es,
Sepas ser sin desesperar.

Te deseo también que tengas amigos y que,
Incluso malos e inconsecuentes, sean valientes y fieles,
Y que por lo menos haya uno en quien puedas confiar sin dudar.

Y porque la vida es así, te deseo también que tengas
Enemigos. Ni muchos ni pocos, en la medida exacta para que,
Algunas veces, te cuestiones tus propias certezas.

Y que entre ellos, haya por lo menos uno que sea justo,
Para que no te sientas demasiado seguro.

Te deseo además que seas útil, mas no insustituible.
Y que en los momentos malos, cuando no quede nada más,
Esa utilidad sea suficiente para mantenerte en pie.

Igualmente te deseo que seas tolerante;
No con los que se equivocan poco, porque eso es fácil,
Sino con los que se equivocan mucho e irremediablemente,
Y que haciendo buen uso de esa tolerancia,
Sirvas de ejemplo a otros.

Te deseo que siendo joven no madures demasiado deprisa,
Y que ya maduro, no insistas en rejuvenecer,
Y que siendo viejo no te dediques al desespero.
Porque cada edad tiene su placer y su dolor
Y es necesario dejar que fluyan entre nosotros.

Te deseo de paso que seas triste,
No todo el año sino apenas un día.
Pero que en ese día descubras que la risa diaria es buena,
Que la risa habitual es sosa y la risa constante es malsana.

Te deseo que descubras, con urgencia máxima,
Por encima y a pesar de todo, que existen
Y que te rodean seres oprimidos
Tratados con injusticia, y personas infelices.

Te deseo que acaricies un gato, alimentes a un pájaro
Y oigas a un jilguero erguir triunfante su canto matinal,
Porque de esta manera te sentirás bien por nada.

Deseo también que plantes una semilla,
Por más minúscula que sea, y la acompañes en su crecimiento,
Para que descubras de cuántas vidas está hecha un árbol.

Te deseo, además, que tengas dinero,
Porque es necesario ser práctico.
Y que por lo menos una vez por año pongas algo
De ese dinero enfrente de ti y digas: 'Esto es mío',
Sólo para que quede claro quién es el dueño de quién.

Te deseo también que ninguno de tus afectos muera
Pero que, si muere alguno, puedas llorar sin lamentarte
Y sufrir sin sentirte culpable.

Te deseo por fin que, siendo hombre, tengas una buena mujer,
Y que, siendo mujer, tengas un buen hombre
Mañana y al día siguiente, y que cuando estéis exhaustos
Y sonrientes, aún sobre amor para empezar de nuevo.

Si todas estas cosas llegaran a pasar,
No tengo nada más que desearte.

lunes, 2 de julio de 2012

"Tatos"

El otro día hablábamos hasta las 3 de la mañana entre la diferencia de lo que es estar enamorado de alguien y querer a una persona. Y llegábamos a la conclusioón de que cuando uno quería de verdad le caía encima la putada de necesitar que la otra persona sea feliz y en ello está la base de las relaciones que duran años y años.
Hoy tus abuelos, los "tatos", están malitos y tú lo estas pasando mal por ello. Me encuentro que publicas esto en tu muro de Facebook:

"Hoy, echo la vista atrás, aun recuerdo cuando jugaba a los playmobil, y tú me mirabas desde el sofá, sentado, sin vacilar con tu periódico abc o razón bajo tus maduras manos, ella en la cocina preparaba todo con amor, muchos años, ambos cuidasteis de mí, de mi frágil cuerpo, de mi niñez.

Cómo cambian las cosas, los años pasaron y sin pedir nada nos acogisteis en vuestro hogar, jugamos al tetris para poder entrar, aprendimos a convivir, me enseñasteis el sentido de la palabra responsabilidad, el concepto de familia, pero la infancia duró poco, tuvimos todos que crecer.

Ahora, es ella la niña pequeña a la que tenemos que enseñar, cuidar y mimar, frágil alma de niña tras arrugas de mujer, su inocencia lucha por ganar, pero no sabe que tiene la partida perdida.. aquí estaré porque ahora soy yo el que te protegeré.

Tú, pareces de cristal, que cualquier cosa te podría romper, se esfumó tu robusta figura, ahora una frágil figura veo, veo cables subir, veo cables bajar, tubos conectados y máquinas sonar, me cuidaste siempre, como si de un hijo se tratase, pero con la picardía del abuelo que no es tan malo ni tan serio, tranquilo, no te preocupes, yo cuidaré de ti y nunca, pase lo que pase, te olvidaré. Estate tranquilo, pues tus arrugadas manos cuidaré y a tu lado, al suyo siempre estaré.

Aunque la sencillez de la razón nos abandone, las adversidades nos superen, el cansacio haga mella, allí estaré

Gracias Abuelos
"


Ya te he dicho mil veces que me siento muy orgulloso de ti por muchas razones, ahora, mientras lloro por haber leído algo increiblemente bien escrito (la lírica no es tu fuerte pero esto me ha sorprendido), me doy cuenta de lo gran persona que en realidad eres.
Cuando estuvimos hablando hasta las 3 de la mañana no sabía muy bien si podía darte algún consejo que realmente te valiese para una situación tan delicada, después de leer esto y de pensar en mi madre, y en mis abuelos y en cómo viví yo todo aquello cuando me tocó, creo que si que puedo decirte algo: No dudes ni un momento en hacer lo que vas a hacer, yo muchas veces querría volver atrás y cambiar cosas que no hice y ya no se puede. Y estoy seguro de que los tatos van a estar orgullosísimos y muy contentos de verte ahí con ellos y de tener la certeza de que les quieres con locura, y eso reconforta siempre cualquier situación negativa por la que se esté pasando, hasta la más difícil de todas. Y sé que mi madre hoy por hoy, no se arrepiente ni de un solo segundo ni de un solo sacrificio de los que hizo por mi abuela.

Gracias a ti, por todo que no es poco ni mucho menos.

miércoles, 20 de junio de 2012

Repaso

Hoy se me ha ido la olla completamente. Van a ser casi las seis de la mañana y aún no me he ido a dormir. ¿El motivo? Le he hecho un repaso a los últimos 7 años de mi vida... ¡7 años! hace que empecé a escribir mi primer blog en bitácoras con 19 añitos recien empezado la carrera que comenzaba con una descripción de qué quería que fuese el blog y de quien era yo.
Normal que me acueste tan tarde por otro lado, 7 años son muchos.
La verdad es que la idea del blog sigue siendo la misma con la que inicié y de alguna forma es como mi pequeño diario donde entrego subidones, bajones y cosas que me interesan. Han pasado muchas cosas en este tiempo y por supuesto siguen pasando cosas ahora mismo, pero echar una mirada hacia atrás hace reflexionar. rescatar cosas que creía perdidas y sacar bonitas conclusiones que me recuerdan a la sensación de un trabajo bien hecho.
Os explico un poco más: Llevo varias semanas con un cólico nefrítico de baja y pasando bastante dolor por un pedrusco de casi un cm de grande que no quiere moverse de ahí. Y para poder sacarlo hay que romperlo y hacer varias historias médicas, que necesitan de tres intervenciones (fáciles) en el quirófano. hace unos días tuve la primera. Y gilipollas de mi (por que no tengo otro calificativo) me leí todo lo que te puede pasar con la anestesia general... que entre otras te puede matar.

Todo fue bien hasta el mismo día por la mañana, antes de la operación, en el que me quedé solo en casa y me invadió de pronto una terrible tristeza, no sabía si llamar a alguien, o irme a casa de mi madre o que hacer... más tarde supe que lo que me pasaba era que estaba acojonado. Pero en ese momento solo pensaba en la posibilidad de que igual en unas horas... se acababa todo. La posibilidad era remota, pero estaba ahí (y está que me quedan dos quirófanos más). El caso es que me entraron muchas ganas de escribir unas lineas cortitas a todas las personas que conozco, despidiendome y diciendoles algo que pudiesen recordar de mi. Con el poco tiempo que me quedaba no podría escribir a todos, así que empecé a reducir la lista y pensé en escribir solamente a las personas que habían sido importantes en mi vida. ¿Y sabéis que pasó? Que tampoco me hubiese dado tiempo. Sois muchísimas y no podía reducir la lista, por haber vivido cosas con vosotros, por haber aprendido, por haberme sentido orgulloso, por haberos querido... En ese momento pensé en cuantos locos pensarían en hacer alguna cosa así y sobre todo en si alguno tendría la suerte y la alegría de tener a tanta gente a la que escribir. Y se me pasó esa sensación de angustia.
La operación salió bien, y luego en el hospital, en los poquitos ratos que me quedaron para estar solo por que todo el mundo se iba enterando (y eso que tampoco quisé contar a los cuatros vientos lo de la cirugía) y me escribía o llamaba por teléfono, pensé en que había sido una tontería pensar que iba a morir y que no debo fiarme tanto de lo que pone en internet. De hecho me dió un poco de vergüenza y me resulta más fácil hablar de algo así `por aquí que en persona con nadie.

¿Por que os cuento todo esto? Por que ahora mismo revisando el blog me he dado cuenta de que me gusta mucho como soy y de la cantidad de gente que está salpicada por los posts, de la cantidad de gente que me ha provocado o acompañado durante subidones, bajones y reflexiones, en definitiva de la cantidad de gente que me ha hecho estar vivo y ser ese tipo que me gusta tanto. De nuevo me ha ocurrido algo parecido a lo que me dió tanta paz el día de la intervención.

Supongo que no puedo escribiros una carta a cada uno a modo de testamento por que es algo un poco macabro y realmente no me daría tiempo. Sin embargo siempre es un buen momento para deciros a todos (y todos sabéis quienes sois) que gracias a vosotros soy como soy y que habéis hecho un trabajo fantástico.
Os quiero mucho!

sábado, 16 de junio de 2012

Genial canción que acabo de descubrir. Merece la pena escucharla entera sin duda.



viernes, 1 de junio de 2012

Tormenta marina


Fueron tres horribles días luchando contra el mar. La lluvia que le empapaba, el viento gélido nocturno que venía desde lugares lejanos e inalcanzables que golpeaba sus manos desnudas y mojadas haciendo que un dolor intenso le impidiese agarrar las cuerdas y aparejos del barco, inmensas olas que parecían doblar el mar en dos y que zarandeaban el pequeño barco casi hasta volcarlo pero sin llegar a hacerlo nunca, como si fuesen un matón de patio de recreo que no deja en paz a su víctima pero la mantiene a flote para poder seguir torturándola y la niebla se espesaba impidiendo que pudiese ver más allá del pequeño infierno que le rodeaba y nublando sus ánimos. Tres días en los que apenas comió ni bebió y prácticamente no pudo dormir nada. Tres días en los que cualquiera hubiese desistido y se hubiese rendido. Pero cuando una persona con alma de marinero se propone llegar a algún sitio no se rinde nunca. Le pasa también a los alpinistas que no pueden desistir hasta haber coronado cima, le ocurre a los trapecistas hasta que no logran hacer perfecto ese salto mortal.
Durante tres días no desistió y luchó contra un enemigo al que no podía vencer, porque tenía que hacerlo, porque había nacido para lograrlo, porque sabía que ella le estaba observando, y si no era así no importaba porque imaginaría que le estaba acompañando, porque en su mente le hablaban todos sus compañeros y sus amigos y no podía defraudarles.
Cuando la tormenta pasó el pequeño barco se encontraba muy dañado, deslizándose suavemente sobre las aguas en calma de un océano inmenso en el que no se veía fin por ningún horizonte. Lo había logrado, no sabía donde estaba, pero lo había logrado, ahora era todo calma y soledad. Y cuando por fin estuvo seguro de que realmente estaba solo, en un rincón del mundo donde nadie podría saber jamás que pasa, entonces se armó de valor una vez más y lloró por todas las cosas por las que nunca había podido llorar.