viernes, 7 de diciembre de 2012

Dejar de ser hombre



Cortopego un fragmento de "Si esto es un hombre" de Primo Levi, uno de los supervivientes al exterminio nazi que después escribió como testigo de lo ocurrido tres obras que me parecen de obligada lectura.

"La confusión de las lenguas es un componente fundamental del modo de vivir aquí abajo; se está rodeado de una perpetua Babel en la que todos gritan órdenes y amenazas en lenguas que nunca se han oído, y ¡ay de quien no las coge al vuelo! Aquí nadie tiene tiempo, nadie tiene paciencia, nadie te escucha; los que hemos llegado últimos nos reunimos instintivamente en los rincones, contra las paredes, para sentirnos con la espalda materialmente resguardada.

En este lugar, lavarse todos los días en el agua turbia del inmundo lavabo es prácticamente inútil a fines de limpieza y de salud; pero es impor-tantísimo como síntoma de un resto de vitalidad, y necesario como ins-trumento de supervivencia moral.

Tengo que confesarlo: después de una única semana en prisión noto que el instinto de la limpieza ha desaparecido en mí. Voy dando vueltas bamboleándome por los lavabos y aquí está Steinlauf, mi amigo de casi cincuenta años, a torso desnudo, restregándose el cuello y la espalda con escaso fruto (no tiene jabón) pero con extrema energía. Steinlauf me ve y me saluda, y sin ambages me pregunta con severidad por qué no me lavo. ¿Por qué voy a lavarme? ¿Voy a estar mejor de lo que estoy? ¿Voy a gustarle más a alguien? ¿Voy a vivir un día, una hora más? Incluso viviré menos, porque lavarse es un trabajo, un desperdicio de energía y calor. ¿No sabe Steinlauf que después de media hora cargando sacos de carbón habrá desaparecido cualquier diferencia entre él y yo? Vamos a morir todos, estamos a punto de morir: si me sobran diez minutos entre diana y el trabajo quiero dedicarlos a otra cosa, a encerrarme en mí mismo, a echar cuentas o tal vez a mirar el reloj y a pensar que puede que lo esté viendo por última vez; o también a dejarme vivir, a darme el lujo de un ocio minúsculo.

Pero Steinlauf me hace callar. Ha terminado de lavarse, ahora se está secando y sin interrumpir la operación me da una lección en toda regla.

Precisamente porque el Lager es una gran máquina para convertirnos en animales, nosotros no debemos convertirnos en animales; que aun en este sitio se puede sobrevivir, y por ello se debe querer sobrevivir, para contarlo, para dar testimonio; y que para vivir es importante esforzarse por salvar al menos el esqueleto, la armazón, la forma de la civilización. Que somos esclavos, sin ningún derecho, expuestos a cualquier ataque, abocados a una muerte segura, pero que nos ha quedado una facultad y debemos defenderla con todo nuestro rigor porque es la última: la facultad de negar nuestro consentimiento. Debemos, por consiguiente, lavarnos la cara sin jabón, en el agua sucia, y secarnos con la chaqueta. Debemos dar betún a los zapatos no porque lo diga el reglamento sino por dignidad y por limpieza. Debemos andar derechos, sin arrastrar los zuecos, no ya en acatamiento de la disciplina prusiana sino para seguir vivos, para no empezar a morir"

Dos detalles. En la cárcel de Valdemoro los presos también apoyaban su espalda a la pared y se movían cerca de ella habitualmente.
El segundo un poco más reflexivo. Lo que nos hace ser humanos es nuestra dignidad, cuando te la arrebatan, lo humano es luchar por defenderla, bien lavándote con agua sucia y echando betún en tus zapatos porque no puedes hacer más lucha que esa. O bien saliendo a las calles o utilizando una de las miles alternativas que tu inteligencia todavía te permite, por lo menos hasta que no sea demasiado tarde.