jueves, 28 de agosto de 2014

Motivación

Durante los exámenes de Junio escribí en una hoja de papel esto que hoy transcribo aquí y que me viene muy bien releer.

Día de recibir las notas de un examen complicado, estamos en la biblioteca estudiando un grupito de enfermeras que nos hemos hecho asiduos (Equipo biblio! Oe!). Viene corriendo otra compañera de clase y nos dice: ¡Que ya han salido las notas de fisio!. Y al momento todos cogemos los móviles o nos acercamos al ordenador de otra compi que ya está buscando el listado de calificaciones.
Mi compañera de enfrente dice que no quiere saberla, se levanta, coge su movil, lo deja de nuevo en la mesa, me mira con una risa nerviosa y me dice que le están sudando las manos. Al final la convencemos para que la mire. Ha suspendido.

Me parece curiosa está reacción. Creo que hace años yo hubiese reaccionado igual, sin embargo estoy tranquilo, antes y despues de mirar la nota . Supongo que me estoy haciendo viejo. (vale, yo he aprobado, pero lo importante es el antes y la reflexión que viene a continuación)

Tras el descanso, cotillear las notas de los demas y animar a un poco a los suspensos hemos subido de nuevo a estudiar, pero estoy descentrado y tengo hambre, así que decido perder un poco más el tiempo mirando twitter desde el teléfono haber si el resto de los compañeros han visto ya su nota y han puesto algo.

Entre los "tuits" veo a un antiguo conocido al que sigo. Es un hombre de finanzas que tiene un puestazo en una multinacional, un tiburoncete del mundo empresarial. Ese tipo de personas a las que no tengo especial aprecio, pero él en concreto nunca me trató mal, si no todo lo contrario. Le conocí en un curso de magia y varias veces me acercó a mi casa en su Mercedes (u otro coche de alta gama, no recuerdo). Me hacía gracia porque siempre me hablaba explicándome como funcionaba el mundo, como al joven ingenuo y soñador que él vería, mientras me soltaba lindeces del tipo que el cambio climático era mentira, que la tierra pasaba por períodos de glaciaciones y desglaciaciones y que el aumento de los grados de temparatura eran normales. Que reducir los humos era contraproducente para el progreso y que todo esto lo sabía y debía ser cierto porque lo afirmaba un profesor suyo de la universidad que era catedrático. ¿Catedrático de qué? ¿De Eeconomía o de Dirección de Empresas?

El caso es que los "tuits" que publicaba este gran directivo de multinacional últimamente estaban relacionados con lo entusiasmado que estaba con la pedagogía laboral y estrategias de motivación del empleado para que produzca más, sea más eficientae, aprenda inglés o chino que ahora está muy de moda y toda esa basura que hizo que odiase la pedagogía y que pone la educación al servicio de la productividad y del dinero.

Entonces he pensado en lo poco eficaz que es ese sistema, en la cantidad de libros y los rios de tinta que se han escrito repitiendo lo mismo una y otra vez (todo está inventado desde hace mucho, porque ahora lo llamen coach no significa que sea más moderno) con el objetivo de evitar que las personas se pasen las horas de su trabajo metidos en facebook y lograr que se entreguen en cuerpo y alma a oficios cuya última retribución es meramente económica. El dinero como fin de tu actividad laboral y no como recurso para alcanzar otros objetivos personales. Supongo que la mentalidad que lleva a las personas a justificar el cambio climático en pro de la productividad, o a montar fundaciones que desarrollan miles de proyectos inutiles y que nunca se llevaran a cabo para conseguir mayor financiación es la misma que lleva a escribir teorías que prostituyen la pedagogía para acumular más ceros en sus cuentas corrientes.

Tras todas estas vueltas, he levantado la vista y mi compañera, la que había suspendido, estaba enfrascada en el próximo examen con cara de interés, absolutamente concentrada. Si hubiese sido yo el que había suspendido no sería capaz de vover a volcarme en el estudio como estaba ella. Estaría enfadado, o triste y absolutamente desmotivado. Quizá esta enfermera de primero, que se ha sacado sangre con sus compañeras de piso a si misma solamente para aprender cómo se hace, sin que nadie vaya a examinarla por ello, tiene mucho que enseñar al gran empresario de éxito lo que es la motivación.