miércoles, 26 de junio de 2013

Muchos cambios que van a venir

 Llevaba mucho mucho sin escribir sobre mi. Esto suele pasar porque tengo temporadas en las que no me preocupo demasiado por lo que está sucediendome y no necesito aclarar razonamientos ni sentimientos. Lo cual, no suele ser bueno porque luego sale todo de golpe.
Sin embargo aquí estoy. Muerto de miedo.

Hace ya mucho tiempo que no me gusta mi trabajo y que quería cambiar de aires. Pero claro, es un currazo, el sueldo está genial, trabajo cuatro horas y “de lo mío” y las cosas no están como para encontrar otro curro así. Pero no me gusta, no me gusta nada. Tardo en escribir trabajos que tengo que entregar de 5 o 6 folios días enteros, con el consecuente agobio, noches sin dormir, y una pérdida de tiempo y estancamiento total.

El caso es que actualmente no tengo un gran proyecto de vida personal, me refiero a mi. Mis relaciones con el mundo están genial, mi independencia lograda, tengo solvencia económica para mantener un coche, comprarme instrumentos musicales y darme un capricho de vez en cuando. Rapiño los días de vacaciones para poder sacar una semana de disfrute personal y a veces no llego a final de mes. Supongo que como mucha gente, y hace unos años esto era lo normal y habitual para mi edad. Y sin embargo representa la rueda y el bucle al que nunca he querido entrar. Como tener una vida asquerosamente normal. No quiero todo esto. No quiero estar haciendo ya lo mismo que voy a hacer durante los próximos treinta años. Y yo tenía otras metas, que se torcieron para conseguir muchas cosas que están genial, pero que no eran las mías.

Y el otro día, viendo un vídeo de internet sobre unos estudiantes de medicina que habían acabado la carrera y que se mandaban mensajes de ánimo a su yo de hacía seis años, me di cuenta de que nunca he sentido un amor por mi profesión como el que sentían estos futuros médicos, si no más bien todo lo contrario.
Creo que de todas las cosas que he hecho en mi vida, las que considero más importantes las he hecho subido en una ambulancia o de campamento en los scouts. Y de lo segundo no puedo vivir. Así que la noche que me encontraba trabajando sobre algo que no me gustaba y vi el video de los médicos decidí que había que darle forma a la idea de estudiar Enfermería.

Ir a la facultad, pagar el título y pedir un certificado de notas. Comprobar que mi nota no da para estudiar enfermería en Madrid, desanimarme, pensar en estudiar selectividad otra vez y retrasar todo un año, y de repente... bombilla encendida. En Huelva me da la nota para entrar a estudiar este mismo septiembre, y tengo una casa vacía con 5 habitaciones, que es de mi madre y que se puede alquilar a diez minutos de la universidad.

Pregunto a las personas que son más importantes en mi vida. A nadie le parece una locura (a mi si!), así que me autoconvenzo y empiezo a moverlo todo para irme el año que viene.
Todo esto implica dejar muchas cosas aquí, es cierto que en general quería darle un cambio a mi vida, pero bufff, esto lo cambia todo. Voy a dejar absolutamente todo por perseguir una ilusión. Qué romántico ¿no? Pues estoy acojonado.

Durante una semana voy dándole vueltas a todo, y construyendo castillos de arena en el aire, Alquilo la casa, y tengo paro si me voy del trabajo (mi jefa me haría el papeleo para permitírmelo), aunque lo suyo sería mantener la posibilidad de trabajar a distancia como hace un compañero desde Jaén. Y así el dinero del alquiler de la casa iría para mi madre, que no le vendría nada mal.

Así que me decido, tengo un gran plan entre manos que voy construyendo a mi manera y parece que casi no hay pegas para que salga adelante. Escribo un mail a mi jefa y quedo con ella para comer. “Yo también tengo que hablar contigo”. Uy, eso suena mal, pero bueno le voy a plantear algo que puede ser una buena idea.
Llega el día de la comida y le cuento mis intenciones. Mi jefa, además es mi amiga, y fue un apoyo importante en los malos momentos, quizá era quien me faltaba por preguntarle si le parecía una locura. Y sorpresa (bueno no tanto, me lo olía, y lo raro es que no hubiese pasado antes). Empieza una nueva etapa de trabajo en la Fundación y necesita que todo el mundo esté implicado y tenga un ritmo de trabajo alto, y yo... soy la desmotivación en persona. Así que le he facilitado el hecho de tener que comunicarme que me despide. Me va a hacer un despido majo para que tenga paro, y finiquito y todo lo mejor posible. La verdad es que se han portado conmigo genial siempre y esto es la guinda. Sin embargo... es la primera vez que me echan de un trabajo y mi autoestima se ha visto un poco dolida. Eso... o que de pronto todo el plan acaba de entrar en punto de no retorno. Ahora si, me voy o me voy. Si no me dan plaza, o si no consigo alquilar todas las habitaciones o si no encuentro algún currillo que me de para cubrirme gastos en la comunidad con la tasa más alta de paro de España, voy a tener problemas.

Y de pronto, ayer cuando todo se ha vuelto real y ya no hay oportunidad de echarme atrás me ha entrado miedo, miedo de verdad. Miedo a que no se me de bien estudiar enfermería, miedo a echar demasiado de menos a la gente que quiero, miedo a llevarme mal con la gente que va a compartir mis días, miedo a no poder hacer un traslado de expediente en condiciones y quedarme en Huelva por 4 años, miedo a terminar con 32 años una carrera y haberme vuelto a equivocar, miedo a no ser capaz de acabar algo tan grande, por mi, o por causas externas. Miedo a tener problemas y no contar con nadie para poder apoyarme...

No es que dude de mis capacidades, sé que es posible hacer todo esto, si no no me lo plantearía, y cómo todas las cosas importantes que he decidido en mi vida así de golpe y porrazo, espero que vayan bien.


Solo sé que cuando acabe esta carrera, y tengo intención de hacerlo, voy a ser el enfermero-pedagogo que más aprecie su esfuerzo. Sin duda voy a echar de menos muchas cosas, pero aunque esté asustado pienso que merece la pena. Y si no sale... pues ya se verá.