viernes, 15 de febrero de 2008

Nanas de la cebolla

Hoy se me han saltado las lágrimas viendo la televisión, ha sido una cosa muy "tonta" y sin embargo muy seria. La escena en cuestión ha sido un capítulo de la serie "Cuéntame" de la temporada anterior (o dos anteriores no estoy seguro) en el que Ines, la hija de la familia, está encerrada en la cárcel de Yeserías y en el reconocimiento médico rutinario le dicen que está embarazada, momento en el que ella se entera. La siguiente escena era ella paseando por el patio de la cárcel, cogiendo en brazos a la hija de dos años de otra presa que está con ella y de fondo la música de Serrat, genialmente escogida, cantando la poesía de Miguel Hernández "Nanas de la cebolla". Y me ha sido inevitable pensar en los niños de las cárceles de Aranjuez y de Soto y sobre todo en sus madres...
Y así es como me ha ido, la impotencia de no poder cambiar nada de raíz, hace llorar, la sensación de saber que no es justo, a pesar de que esté escrito en un papel, que una madre no pueda criar a su hijo en libertad y que tenga que desprenderse de él a los tres años, hace que aprietes los puños, los dientes, y que se encoja el corazón. Saber que encima la mayoría de los que están dentro son los pobres, los "pringados", los que tuvieron mala suerte o que simplemente no pudieron pagarse al abogado adecuado, da más rabia todavía. Pensar en la sonrisa de algunos de los niños, en como se abrazan cuando tienen sueño cuando volvemos con el autobús, y en su incansable fuerza por seguir jugando siempre "un poquito más", acompañado del maestro Serrat, y con la desgarradora e increíble letra de Miguel Hernández escribiendo a su hijo desde la cárcel cuando se entera de que su mujer y su hijo están pasando hambre... todo eso junto hace que se me caigan las lágrimas y que me sienta un poco más humano y más cerca de aquellos muros.







La nana de la cebolla


La cebolla es escarcha
cerrada y pobre:
escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla:
hielo negro y escarcha
grande y redonda.

En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.

Una mujer morena,
resuelta en luna,
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te traigo la luna
cuando es preciso.

Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.

Es tu risa la espada
más victoriosa.
Vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del Sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.

Desperté de ser niño.
Nunca despiertes.
Triste llevo la boca.
Ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.

Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.

Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.

Vuela niño en la doble
luna del pecho.
Él, triste de cebolla.
Tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.

Hoy me llegó un mensaje del voluntariado dónde estuve haciendo las prácticas, me preguntaron si iba a ir este domingo a estar con los niños de Aranjuez. No podré ir porque estoy de viaje, sin embargo creo que me voy a quedar echando una mano cada do domingos, ya como algo decidido.

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