martes, 1 de enero de 2008

Piel quemada.

Últimamente llevo una temporada antisocial, me aberra la estupidez y las manías absurdas de la gente, y me encuentro realmente a gusto estando solo en mi casa, sin nadie que me estorbe, sin nadie que me diga nada, ni nadie que interfiera en lo que realmente me apetece y quiero hacer.
Siempre he pensado que se me da bien tratar a las personas, y creo que de una en una es cierto, el problema viene cuando se juntan varios, y tienen rencillas entre ellos y nadie es capaz de pasar nada al otro, y aflora de las personas sus comportamientos más infantiles, inmaduros y egoístas que se pueden tener.
Seguro que hay un montón de cosas buenas en esto de los grupos de personas, pero yo hoy no los veo, hoy no. Me recorre una sensación de ansiedad por todas partes y cualquier cosa me irrita, es como si toda mi piel estuviese quemada y hasta el más mínimo comentario me duele. Y es que hay días en los que "sucede que me canso de ser hombre"

Walking Around

Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
Navegando en un agua de origen y ceniza.

El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.

Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.

Sin embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío

No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tapias mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.

No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos
ateridos, muriéndome de pena.

Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.

Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.

Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejos
que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.
Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que lloran
lentas lágrimas sucias.


Pablo Neruda

1 comentario:

Andrea dijo...

¿Piel quemada? Mmmmm... Quizá no te pusiste suficiente protector solar ;-)
Un besote y feliz 2008 a todos los que leáis esto!