miércoles, 17 de diciembre de 2014

Madrid es ella

Dos días. Solo han pasado dos días desde que escribí y ¡aquí estoy otra vez! Y supongo que debo darle las gracias a Carol que comentó enseguida el post sobre Bob Dylan. Es agradable saber que alguien se pasa por aquí. ¡Cuando tenga más trillada la canción me grabo y te la mando!

En dos días vuelvo a casa por navidad cual turrón. Con los años la vivencia de la navidad va cambiando muchísimo. De pequeño me encantaba, y a medida que fui creciendo y que las navidades comenzaron a convertirse en epocas forzadas de vernos todos y acabar tirándonos los trastos a la cabeza durante las cenas familiares fui aborreciéndola cada vez más. Ahora, que vivo a 500 km de casa me apasiona poder estar un mes tranquilo y aprovechar para ver a todo el mundo, a mi familia y a todos mis amigos que también tienen que estar en Madrid porque tambien tienen familias y navidades que celebrar.

También ocurre algo parecido con tu ciudad natal. Es la favorita cuando eres pequeño y el mejor lugar del mundo para vivir. Poco a poco la vas aborreciendo a medida que te haces mayor y sufres sus atascos, su decadencia y el millón de cosas horribles que puede llegar a tener una ciudad como Madrid. Pero cuando te vas fuera... son detalles, no es visitar el museo del Prado o tener cualquier tienda a menos de 20 minutos de casa. Es la nieve en invierno, saber que a cualquier hora del día puedes encontrar conversación por la calle, o sorprenderte de que el Rey Lagarto siga abierto en Malasaña después de tantos años sin pisar aquellos bares.


A veces te ves mostrando a alguien de fuera tu ciudad y acabas viviendo cosas que de otra manera no hubiesen ocurrido. Porque sinceramente, ¿volveríais a dedicar una tarde de vuestro preciado tiempo en ir a ver atardecer al Templo de Debod?
Y así, calle tras calle, monumento tras monumento y entre explicación y explicación sobre este o aquel lugar mi cabeza se despertó y fue analizando y saboreando detalles. Algunos devolviendome ese amor patrio por mi ciudad y sus pequeños recobecos e historias, otros detalles mostrándome que de nuevo había elegido mal momento para intentar abrir un fruto con una cascara demasiado dura, o que puede que quizá no sea para mí.

Igualmente, son demasiadas cicatrices ya como para saber que va a ser inevitable derramar alguna lágrima, y demasiadas cicatrices como para saber que hay que leerlas para no caer de nuevo en los mismos errores y poder continuar hacia delante. Sea como sea, retomo este poema, que me han dicho que es un poco cursi, pero que a mi me encanta, porque Madrid, nuevo Madrid que ahora tienes otro color, tengo más ganas que nunca de verte.


2 comentarios:

Upycita † dijo...

Creo que independiente del lugar en donde se viva, te acostumbras al clima la gente y todo lo que implica aunque lo detestes, y después aunque suene ilógico lo añoras.
Conozco muchos chicos de pueblos pequeños que llegando a la adolescencia lo único que quieren es emigrar para conocer el mundo, pero después extrañan la tranquilidad.

Carolina dijo...

De todas formas es que... Madrid es mucho Madrid!

Soy una enamorada de esta ciudad. Si tuviera que dejarla sería como si me tuviera que cortar un brazo. Reconozco que está llena de recuerdos que me ponen triste y que me hacen querer irme muuyyyy lejos, pero he pasado tan buenos momentos en sus calles, que de irme, cada día la echaría de menos.

Cuando me voy de viaje (largo), me encanta disfrutar de esos otros sitios e imaginar cómo sería vivir allí, pero al final, siempre acabo pensando en Madrid (atascos incluidos, jaja!)

Disfruta mucho de estas "fiestas" y me alegro de que te haya gustado mi paso por tu blog :)

Un beso!

P.D. Hace un par de días, en el mercado una señora me dijo: "Y las navidades qué? Bien o en familia?". No pude evitar reírme xD