domingo, 14 de octubre de 2007

El espejo del alma


Seguro que todo el mundo conoce esta imagen (si pinchas en la foto se ve en condiciones). Se trata de una foto de Steve McCurry, considerado uno de los mejores fotógrafos del mundo.
Ganó un premio muy importante de fotografía con ella, y no es para menos.

Según dicen, la foto la sacó en un campo de refugiados afganos llamado Nasir Bagh en Peshawar (Pakistán), fue un momento, casi sin quererlo, el gesto exacto y apretar el botón en el momento idóneo y esos ojos darían la vuelta al mundo en 1987 en la portada de National Geographic.

Solo la foto en sí ya sería motivo de mención, pues esos ojos, por lo menos para mí, provocan muchísimas sensaciones, muchas más que lo que yo pudiese escribir aquí. Pero es que además viene acompañada de una historia y de otra foto que todavía intensifican más las sensaciones que produce.

El fotógrafo, Steve McCurry, quiso volver a encontrar a la chica afgana a la que le sacó la foto, en aquel entonces la niña tenía 13 años, y fue 17 años después cuando volvió a la zona fronteriza entre Afganistán y Pakistán para buscarla, hacer un análisis del iris con un escaner y encontrar a la chica de la cual no sabía ni su nombre.
Estuvo buscándola durante bastante tiempo, acompañado por un reportero amigo suyo que vivía en el país. Obtuvieron muchas pistas falsas, mujeres que se la parecían mucho pero que no eran, e incluso le dijeron que había muerto a los 13 años. Steve se volvió a Estados Unidos sin encontrarla y dejó a su amigo encargado de la búsqueda.
Al tiempo Rahimullah (el amigo reportero) encontró al hermano de la chica, (esta vez sí) y después de pedir permiso a sus tres hermanos y a su marido pudieron comprobar que realmente era ella. Se llamaba Sharbat Gula.
Steve McCurry volvió en seguida y ya con permiso pudo fotografiar de nuevo a Sharbat.
17 años después se puede apreciar en la fotografía el desgaste de ser refugiado, de la discriminación que sufren las mujeres afganas y hasta puede que por el paso del tiempo.
Sin embargo hay algo que aunque cambia, sigue produciendo las mismas sensaciones, esa mirada, más vieja y más cansada, pero con la misma fuerza, y el mismo misterio...

Dicen que la mirada es el espejo del alma... Pues a mi lo que me parece es que la que te mira dentro del alma es ella.

¿A vosotros que os parece?

1 comentario:

marisa dijo...

Lo que más me ha sorprendido es que tiene gastado hasta el color de los ojos... que curioso, no conocía esta historia