Hace poco tuve una
conversación deliciosa. De esas que te hacen darle vueltas y
revivirla de vez en cuando. En ella recordaba cómo en mis años de
instituto me intentaron robar por la calle. Yo me acaba de comprar mi
primer mazo de cartas Magic, que no eran precisamente baratas, y las
llevaba en el bolsillo de la mochila. Cuando los dos chavales que nos
intentaron robar me dijeron que abriese la mochila me negué. Como
consecuencia me lleve a casa mis cartas magic y el labio partido por
un anillo de oro con una R, que se estampó en mi cara.
Nada más llegar le conté
lo ocurrido a mi madre, y le dije que creía que eran dos chavales de
la residencia de menores que había en el barrio. Mi madre me abrazó
y me consoló y me dijo algo que no creo que jamás se olvide.
“Pobrecitos esos dos niños que en su casa no tendrán a nadie que
les consuele cuando les haya pasado a ellos”.
En aquel momento no lo
pensé mucho, ni le di mucha importancia a las palabras de mi madre.
Pero lo cierto es consiguió algo importantísimo, no se si
conscientemente o por “ósmosis”. Pero en futuros encontronazos
que he tenido, o en picias que me han hecho (no me gusta nada esa
palabra, es muy fea), cuando se me ha pasado el cabreo inicial, que
en eso supongo que soy como todo el mundo, en seguida viene a mi
cabeza pensar en qué a llevado a la persona a hacer lo que ha hecho,
o la situación que debe estar viviendo y trato de imaginarme cómo
se siente. Normalmente no son situaciones incomprensibles, y se
parecen a cosas que yo mismo he podido vivir e incluso reaccionar mal
cuando me ha tocado, igual que ellos.
Creo que esa posibilidad
de ir un paso más allá, y no pensar directamente que la gente es
mala hace que sea mucho más fácil perdonar y entender a las
personas. ¿Y sabéis una cosa? No lo cambiaría por nada del mundo.
Se vive mucho mejor cuando sabes que las acciones malas de las
personas tienen una explicación y son arreglables. Quizá esa es la
finalidad de un educador. Arreglar lo que hay mal en las personas que
les hace cometer errores.
Eso es lo que quiero ser
de mayor. Mecánico de sentimientos.
1 comentario:
La verdad es que me ha conmovido hasta cierto punto su entrada; Me ha hecho reflexionar un poco en esta situación. Cuando uno crece y se va encontrando con tanta gente mala onda, a momentos olvidas un poco que en el fondo puede que no sean tan malas. Tal vez eso esté definido por el tamaño, la calidad e intensión del acto. Sé que no todos son tan desgraciados como parecen, pero también sé que hay muchos que son unos infelices de lo peor. Conozco a sujetos muy desgraciados, unos imbéciles que dan asco..pero aún así, me alegra que ud. piense como piensa.. No perder la esperanza en las personas,ver lo bueno y perdonar.. actualmente es una bendición o un don, así que espero que lo siga puliendo.
Un grado caer en su sitio.
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