Dormir no demasiadas horas, conducir
muchos kilómetros y acabar de terminar de ver una película violenta
donde sale sangre sin parar deja el cerebro en un estado curioso,
entre abatido y cansado y herviente y ocurrente como nunca. Al menos
una reflexión digna de acabar aquí escrita se ha pasado por mi
cabeza, veremos si soy capaz de plasmarla.
El dulce placer de equivocarse, y de
hacerlo conscientemente. Ese es el tema. A pesar de saber que no es
como debe ser, y que la voluntad recta que se supone que todos
debemos luchar para alcanzar y gobernar nuestra vida, a veces, y en
ocasiones muy a menudo, es expulsada y castigada por mi capacidad de
tomar decisiones de un modo muy... (¿peculiar, tonto, inmaduro,
pasota, ingenuo, iconoclasta? Se pueden rellenar los puntos con el
adjetivo que queráis, yo aún no he descubierto cuál es), a pesar
de todo ello, sigo haciendo cosas que a la larga se que me van a
hacer daño.
Una voz resuena en mi cabeza, la de
todos mis amigos y las personas con las que hablo de mis problemas,
la de la gente que me quiere, me repite una y otra vez: No te rasques
las heridas, ahora te alivia pero dentro de unos minutos sangrará y
arderá. Acuéstate ya, no es necesario que acabes la noche siendo el
último en irte a dormir, mañana será un día de mierda si no lo
haces. No hables con ella y no te ilusiones, te volverá a hacer
daño. No pierdas tiempo en el trabajo luego necesitarás días para
acabar lo que no hiciste. No te compres otro instrumento, al final de
mes no te llegará la pasta y te quedarás sin hacer muchos planes
que te apetecen. Cepíllate los dientes ahora aunque no te apetezca,
no te hagas otro piercing, ni se te ocurra tatuarte, bebe agua, lee
más, no pases de 120 km/h, no fumes, con las cervezas que llevas ya
basta y pon la maldita espalda derecha o nunca más podrás ir
erguido otra vez...
Sé que tienen razón, sé que cada vez
que me salto mis propias normas asumidas acabo mal, y últimamente
ese acabo mal significa acabo en un lugar del que no se salir. Sin
embargo es delicioso salirse de la pauta. Hasta de las que yo mismo
me he marcado, por un momento me invade un sentimiento de
independencia, de hacer lo que hago por que yo quiero y no por que
sea lo que debo hacer, y me imagino llegando hasta límites que de
otra manera jamás sobrepasaría, disfruto de la sensación de
apertura y de lanzarme al vacío, a lo que me apetece ser en ese
momento aunque yo no lo sea (o quizá si) y sentir que todavía estoy
vivo y no estoy dentro del redil...
Entonces la tormenta pasa, el placer de
lo inconsciente se acaba y me siento muy perdido, estoy en el redil
como todos los demás, pero siendo consciente de que no quiero estar
dentro y de que llevando mi vida a pequeños desastres estoy
conviertiéndola en un desastre mayor y sigo pasando por el aro, pero
con cicatrices que me hacen más difícil sobrellevar el día a día
pautado y diseñado para mi por otros.
Algunos amigos dicen en broma que estoy
viviendo mi tercera adolescencia (la gracia está en que nadie sabe
cuál es la segunda). Pero no deben andar tan desencaminados, pues de
alguna manera no paro de probarme y tentarme con el fin de saber
donde estoy, quien soy y sobre todo, qué busco y dónde lo busco. No
se si esto es normal a mi edad, o a cualquier otra. No se si mi
infelicidad general es causa de mis felicidades pasajeras y mi
incapacidad para lidiar con mi vida y tratar los que ven en mi un
capricho sin salir dolido es una consecuencia más de mis locuras. No
se a veces ni qué es lo que siento.
¿Vosotros también hacéis locuras?
¿Os equivocáis a posta incluso sabiendo que estáis metiendo la
pata hasta el fondo?
Me considero una persona inteligente,
pero creo que mi jefe diría que este un claro ejemplo del fracaso de
la inteligencia, como un superdotado que desperdicia su talento en
trapichear en el barrio en vez de estudiar. Y lo peor de todo es que
cuando otras veces me ha ocurrido esto he sabido como gestionarme y
alcanzar las metas que me había propuesto sin dejarme demasiado por
el camino, pero hoy por hoy me da igual, porque no tengo ninguna meta
dibujada y me apetece disfrutar de la carrera, aunque parece que de
momento vaya perdiendo.
1 comentario:
Pocas son las locuras que he hecho, medito demasiado antes de tomar una decisión, pero cuando la tomo por muy loca que parezca, aunque a nadie le cuadre, lo hago. Así esta bien, nadie más es responsable de mis actos que yo.
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