Cortopego un fragmento de "Si esto es un hombre" de Primo Levi, uno de los supervivientes al exterminio nazi que después escribió como testigo de lo ocurrido tres obras que me parecen de obligada lectura.
"La
confusión de las lenguas es un componente fundamental del modo de
vivir aquí abajo; se está rodeado de una perpetua Babel en la que
todos gritan órdenes y amenazas en lenguas que nunca se han oído, y
¡ay de quien no las coge al vuelo! Aquí nadie tiene tiempo, nadie
tiene paciencia, nadie te escucha; los que hemos llegado últimos
nos reunimos instintivamente en los rincones, contra las paredes,
para sentirnos con la espalda materialmente resguardada.
En
este lugar, lavarse todos los días en el agua turbia del inmundo
lavabo es prácticamente inútil a fines de limpieza y de salud;
pero es impor-tantísimo como síntoma de un resto de vitalidad, y
necesario como ins-trumento de supervivencia moral.
Tengo
que confesarlo: después de una única semana en prisión noto que
el instinto de la limpieza ha desaparecido en mí. Voy dando
vueltas bamboleándome por los lavabos y aquí está Steinlauf, mi
amigo de casi cincuenta años, a torso desnudo, restregándose el
cuello y la espalda con escaso fruto (no tiene jabón) pero con
extrema energía. Steinlauf me ve y me saluda, y sin ambages me
pregunta con severidad por qué no me lavo. ¿Por
qué voy a lavarme? ¿Voy
a estar mejor de lo que estoy? ¿Voy a gustarle más a alguien? ¿Voy
a vivir un día, una hora más? Incluso viviré menos, porque
lavarse es un trabajo, un desperdicio de energía y calor. ¿No sabe
Steinlauf que después de media hora cargando sacos de carbón habrá
desaparecido cualquier
diferencia
entre él y yo? Vamos a morir todos, estamos a punto de morir: si me
sobran diez minutos entre diana y el trabajo quiero dedicarlos a
otra cosa, a encerrarme en mí mismo, a echar cuentas o tal vez a
mirar el reloj y a pensar que puede que lo esté viendo por última
vez; o también a dejarme vivir, a darme el lujo de un ocio
minúsculo.
Pero
Steinlauf me hace callar. Ha terminado de lavarse, ahora se está
secando y sin interrumpir la operación
me da una lección en toda regla.
Precisamente
porque el Lager es una gran máquina para convertirnos en animales,
nosotros no debemos convertirnos en animales; que aun en este sitio
se puede sobrevivir, y por ello se debe querer sobrevivir, para
contarlo, para dar testimonio; y que para vivir es importante
esforzarse por salvar al menos el esqueleto, la armazón, la forma de
la civilización. Que somos esclavos, sin ningún derecho, expuestos
a cualquier ataque, abocados a una muerte segura, pero que nos ha
quedado una facultad y debemos defenderla con todo nuestro rigor
porque es la última: la facultad de negar nuestro consentimiento.
Debemos, por consiguiente, lavarnos la cara sin jabón, en el agua
sucia, y secarnos con la chaqueta. Debemos dar betún a los zapatos
no porque lo diga el reglamento sino por dignidad y por limpieza.
Debemos andar derechos, sin arrastrar los zuecos, no ya en
acatamiento de la disciplina prusiana sino para seguir vivos, para
no empezar a morir"
Dos detalles. En la cárcel de Valdemoro los presos también apoyaban su espalda a la pared y se movían cerca de ella habitualmente.
El segundo un poco más reflexivo. Lo que nos hace ser humanos es nuestra dignidad, cuando te la arrebatan, lo humano es luchar por defenderla, bien lavándote con agua sucia y echando betún en tus zapatos porque no puedes hacer más lucha que esa. O bien saliendo a las calles o utilizando una de las miles alternativas que tu inteligencia todavía te permite, por lo menos hasta que no sea demasiado tarde.
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