Llevaba mucho mucho sin escribir sobre mi. Esto suele pasar porque
tengo temporadas en las que no me preocupo demasiado por lo que está
sucediendome y no necesito aclarar razonamientos ni sentimientos. Lo
cual, no suele ser bueno porque luego sale todo de golpe.
Sin embargo aquí estoy. Muerto de miedo.
Hace ya mucho tiempo que no me gusta mi trabajo y que quería cambiar
de aires. Pero claro, es un currazo, el sueldo está genial, trabajo
cuatro horas y “de lo mío” y las cosas no están como para
encontrar otro curro así. Pero no me gusta, no me gusta nada. Tardo
en escribir trabajos que tengo que entregar de 5 o 6 folios días
enteros, con el consecuente agobio, noches sin dormir, y una pérdida
de tiempo y estancamiento total.
El caso es que actualmente no tengo un gran proyecto de vida
personal, me refiero a mi. Mis relaciones con el mundo están genial,
mi independencia lograda, tengo solvencia económica para mantener un
coche, comprarme instrumentos musicales y darme un capricho de vez en
cuando. Rapiño los días de vacaciones para poder sacar una semana
de disfrute personal y a veces no llego a final de mes. Supongo que
como mucha gente, y hace unos años esto era lo normal y habitual
para mi edad. Y sin embargo representa la rueda y el bucle al que
nunca he querido entrar. Como tener una vida asquerosamente normal.
No quiero todo esto. No quiero estar haciendo ya lo mismo que voy a
hacer durante los próximos treinta años. Y yo tenía otras metas,
que se torcieron para conseguir muchas cosas que están genial, pero
que no eran las mías.
Y el otro día, viendo un vídeo de internet sobre unos estudiantes
de medicina que habían acabado la carrera y que se mandaban mensajes
de ánimo a su yo de hacía seis años, me di cuenta de que nunca he
sentido un amor por mi profesión como el que sentían estos futuros
médicos, si no más bien todo lo contrario.
Creo que de todas las cosas que he hecho en mi vida, las que
considero más importantes las he hecho subido en una ambulancia o de
campamento en los scouts. Y de lo segundo no puedo vivir. Así que la
noche que me encontraba trabajando sobre algo que no me gustaba y vi
el video de los médicos decidí que había que darle forma a la idea
de estudiar Enfermería.
Ir a la facultad, pagar el título y pedir un certificado de notas.
Comprobar que mi nota no da para estudiar enfermería en Madrid,
desanimarme, pensar en estudiar selectividad otra vez y retrasar todo
un año, y de repente... bombilla encendida. En Huelva me da la nota
para entrar a estudiar este mismo septiembre, y tengo una casa vacía
con 5 habitaciones, que es de mi madre y que se puede alquilar a diez
minutos de la universidad.
Pregunto a las personas que son más importantes en mi vida. A nadie
le parece una locura (a mi si!), así que me autoconvenzo y empiezo a
moverlo todo para irme el año que viene.
Todo esto implica dejar muchas cosas aquí, es cierto que en general
quería darle un cambio a mi vida, pero bufff, esto lo cambia todo.
Voy a dejar absolutamente todo por perseguir una ilusión. Qué
romántico ¿no? Pues estoy acojonado.
Durante una semana voy dándole vueltas a todo, y construyendo
castillos de arena en el aire, Alquilo la casa, y tengo paro si me
voy del trabajo (mi jefa me haría el papeleo para permitírmelo),
aunque lo suyo sería mantener la posibilidad de trabajar a distancia
como hace un compañero desde Jaén. Y así el dinero del alquiler de
la casa iría para mi madre, que no le vendría nada mal.
Así que me decido, tengo un gran plan entre manos que voy
construyendo a mi manera y parece que casi no hay pegas para que
salga adelante. Escribo un mail a mi jefa y quedo con ella para
comer. “Yo también tengo que hablar contigo”. Uy, eso suena mal,
pero bueno le voy a plantear algo que puede ser una buena idea.
Llega el día de la comida y le cuento mis intenciones. Mi jefa,
además es mi amiga, y fue un apoyo importante en los malos momentos,
quizá era quien me faltaba por preguntarle si le parecía una
locura. Y sorpresa (bueno no tanto, me lo olía, y lo raro es que no
hubiese pasado antes). Empieza una nueva etapa de trabajo en la
Fundación y necesita que todo el mundo esté implicado y tenga un
ritmo de trabajo alto, y yo... soy la desmotivación en persona. Así
que le he facilitado el hecho de tener que comunicarme que me
despide. Me va a hacer un despido majo para que tenga paro, y
finiquito y todo lo mejor posible. La verdad es que se han portado
conmigo genial siempre y esto es la guinda. Sin embargo... es la
primera vez que me echan de un trabajo y mi autoestima se ha visto un
poco dolida. Eso... o que de pronto todo el plan acaba de entrar en
punto de no retorno. Ahora si, me voy o me voy. Si no me dan plaza, o
si no consigo alquilar todas las habitaciones o si no encuentro algún
currillo que me de para cubrirme gastos en la comunidad con la tasa
más alta de paro de España, voy a tener problemas.
Y de pronto, ayer cuando todo se ha vuelto real y ya no hay
oportunidad de echarme atrás me ha entrado miedo, miedo de verdad.
Miedo a que no se me de bien estudiar enfermería, miedo a echar
demasiado de menos a la gente que quiero, miedo a llevarme mal con la
gente que va a compartir mis días, miedo a no poder hacer un
traslado de expediente en condiciones y quedarme en Huelva por 4
años, miedo a terminar con 32 años una carrera y haberme vuelto a
equivocar, miedo a no ser capaz de acabar algo tan grande, por mi, o
por causas externas. Miedo a tener problemas y no contar con nadie
para poder apoyarme...
No es que dude de mis capacidades, sé que es posible hacer todo
esto, si no no me lo plantearía, y cómo todas las cosas importantes
que he decidido en mi vida así de golpe y porrazo, espero que vayan
bien.
Solo sé que cuando acabe esta carrera, y tengo intención de
hacerlo, voy a ser el enfermero-pedagogo que más aprecie su
esfuerzo. Sin duda voy a echar de menos muchas cosas, pero aunque
esté asustado pienso que merece la pena. Y si no sale... pues ya se
verá.